Hay parejas que esperan un tiempo prudencial antes de contar que están embarazados porque durante el primer trimestre el riesgo de perder al bebé es mucho más alto; en torno al 20%, aunque el porcentaje varía dependiendo de muchos factores, como la edad de la madre o los hábitos de vida.Sin embargo, callar hasta la semana doce no es algo que le va bien a todo el mundo. Al fin y al cabo, esconder durante tres meses un embarazo no siempre resulta fácil; si bien es cierto que aún no es físicamente evidente, la mayoría de los síntomas se dan durante ese tiempo, y tener que buscar excusas o disimular el malestar, puede no ser agradable. Asimismo, ocultar el embarazo, no hablar de él, y no buscar apoyo en familiares y amigos, puede hacernos poco conscientes de nuestra situación y no dejarnos disfrutar de los primeros momentos de nuestro futuro bebé. En esta misma línea, hay quienes asumen que, en caso pérdida, también iban a desahogarse con sus amigos y familiares, por lo que, el miedo a compartir una alegre noticia por si se produce una mala, que también van a compartir, resulta incomprensible.Tanto si eres de las que no puede callarse nada más ver las dos rayitas en el test de embarazo como si eres de las que espera a que le miren extrañados el tamaño de su barriga para dar explicaciones, decidir cuando se lo comunicamos a la familia, a los amigos, a los compañeros de trabajo, vecinos o conocidos es cosa de cada uno y depende, fundamentalmente, de nuestra forma de ser, estado de ánimo y circunstancias personales. Autoimponernos reglas sobre un supuesto protocolo de comunicación de nuestra preñez puede causarnos estrés y resulta, francamente, innecesario.