Cuando a una pareja se le detecta problemas de infertilidad y comienza un proceso de FIV (Fecundación In Vitro) o ICSI (Inyección Intracitoplasmática), tanto el médico especialista como un grupo de psicólogos deben trabajar en equipo junto a ellos. Afrontar las emociones antes y durante el tratamiento y acompañarlos en las distintas etapas y emociones que van a ir surgiendo se vuelve indispensable para favorecer la calidad de vida de los pacientes y la consecución de su objetivo de ser padres. Han de saber que sus sensaciones son fruto de un momento concreto y que la confianza y el apoyo mutuo se vuelven fundamentales, ya que los problemas de fertilidad, pese a suponer un duro golpe que a veces es difícil de manejar, no deben ser motivo de inestabilidad en la pareja.