Las parejas jóvenes redujeron voluntariamente el número de hijos que querían tener, a la vez que retrasaron la edad a la que traían al mundo sus primeros bebés.No parecía problemático. Si la caída de la fertilidad solo se debía a decisiones voluntarias de las parejas, la tendencia podría revertirse sin problema alguno.Pero poco a poco fue quedando claro que en el bajo número de hijos que tienen las mujeres hay algo más que decisiones voluntarias.De hecho, cada vez hay más evidencias científicas demostrando de que buena parte de las bajas tasas de fertilidad de nuestra especie se deben a un gravísimo deterioro de la salud reproductiva que ya afecta a una gran parte de la humanidad.La función de las Clínicas de Reproducción Asistida es, precisamente, ayudar a solventar este problema.