La disminución de la tolerancia a los hidratos de carbono o azúcares durante el embarazo es una de las complicaciones más frecuentes en la mujer embarazada

La diabetes gestacional es la que aparece o se diagnostica por primera vez durante el embarazo. En los nueve meses de gestación en la mujer se producen una serie de cambios en el organismo no sólo físicos, como el aumento del perímetro de la cintura, o de las mamas, sino también metabólicos. La mujer gestante tiene que producir hasta tres veces más insulina para mantener un equilibrio en los niveles de glucosa en sangre (glucemia) y si no lo consigue, desencadena en diabetes. Esta disminución de la tolerancia a los hidratos de carbono o azúcares es una de las complicaciones más frecuentes en la mujer.

¿Por qué se produce?
Los niveles de glucosa en el organismo se regulan por la acción de la insulina, que actúa evitando un exceso de azúcar en la sangre al favorecer los depósitos de ésta en los órganos. En la diabetes este proceso esta alterado “ya sea por un déficit de insulina o por una disfunción de la misma, y se produce un incremento de los niveles de glucosa en sangre”. En la mujer embarazada existe una situación natural de resistencia a la insulina, es decir, la gestante tiene que producir hasta tres veces más insulina para mantener un equilibrio en los niveles de glicemia (glucosa en sangre) y si no se consigue, puede desencadenar una situación de diabetes que previamente al embarazo no existía, la conocida como diabetes gestacional. Esta diabetes, se ha considerado en algunos momentos como diabetes latente. “Es la patología que despierta ante una agresión o actividad que requiere un mayor esfuerzo metabólico: embarazos, anemias agudas, accidentes graves…”, que pasa de su letargo a una actividad de reconocimiento fácil y posibles complicaciones si no es controlada. A pesar de ser una de las complicaciones más frecuentes, no todas las embarazadas la padecen, aunque la prevalencia en la población española está en un 4%-7% y se estima que aumentará en el futuro. Los principales factores de riesgo, aunque no en todos los casos, son:

  • Edad de la madre superior a 35 años.
  • Obesidad importante previa al embarazo o durante la gestación.
  • Presencia de glucosuria (niveles elevados de glucosa en orina.).
  • Antecedentes previos de diabetes gestacional. En este caso, se realizará a la mujer un estudio a partir de la primera visita al tocólogo.
  • Antecedentes familiares de diabetes.
  • Antecedentes previos de complicaciones obstétricas.
  • Antecedentes de muerte fetal intrautero sin causa evidente.
  • Hijos previos con malformaciones o macrosomía (peso fetal al nacimiento superior a 4.000 gr).

¿Qué pruebas son necesarias?

Por lo general, la diabetes que desarrollan las mujeres embarazadas no produce síntomas, sólo complicaciones. Por ello es necesario que en toda embarazada se descarte la presencia de diabetes y para detectarla se realizan diversas pruebas:

  • Hacia la semana 24-26 (a los seis meses de gestación) se realiza un screeninig a todas las mujeres embarazadas. Se realiza el Test de O’Sullivan, una prueba que consiste en la determinación de la glucemia en sangre venosa tras ingerir 50g de glucosa. En caso de que esta prueba sea positiva (con niveles de glucosa superiores a 140mg/dl) se le realizará una segunda prueba.
  • Curva de glucemia. Es la segunda prueba, realizada en caso de que la primera sea positiva. En este caso se exige un ayuno previo de doce horas, se hace una primera determinación basal y después se ingieren 100g de glucosa haciendo posteriormente determinaciones seriadas a la 1ª, 2ª y 3ª horas, de modo que la presencia de dos o más valores superiores a lo normal se considera diagnóstico de diabetes gestacional.

En caso de que finalmente aparezca la dolencia. ¿cómo puede ésta afectar a la mujer y su bebé?

Posibles complicaciones

La diabetes gestacional puede originar complicaciones en el feto, aunque lo normal es “que no aparezcan patologías en el bebé. Además, los embarazos están muy controlados y es fácil detectar cualquier problema”. Aun así, las principales complicaciones que puede sufrir el feto son:

  • Macrosomía o aumento de peso en el momento del nacimiento. Son fetos con un mayor peso de lo normal (superior a 4 kg.), con aspecto pletórico… lo que generalmente conduce a partos con instrumentación e incluso cesárea por desproporción entre el tamaño del feto y la pelvis de la madre. Como consecuencia de la diabetes, se elevan en la madre los niveles de glucosa en sangre, exceso que pasa al hijo a través de la placenta, lo que no puede hacer la insulina materna. El hijo se encuentra entonces con más cantidad de glucosa de la habitual, que sirve para estimular su páncreas y segregar abundante cantidad de insulina para el crecimiento y desarrollo fetal.
  • Alteración en la madurez de los pulmones. Esto origina el llamado ‘distres respiratorio’, que puede desembocar en la muerte intrautero del feto.
  • Traumatismos. Debido al excesivo tamaño fetal en el momento del nacimiento, y cuando tiene lugar por la vía vaginal habitual, el niño puede sufrir a veces algún traumatismo (fractura de clavícula, parálisis braquial, etc.). De ahí que se recomiende en el caso de niños con presumible peso elevado que el embarazado termine con una cesárea.
  • La hipoglucemia y otras alteraciones metabólicas como hipocalcemia (nivel bajo de calcio), hiperbilirrubinemia (exceso de bilirrubina en la sangre) suelen darse ya durante el periodo neonatal, tras el parto.
  • Existe, además, un riesgo más elevado de padecer diabetes mellitas en hijos de madres con diabetes gestacionales que en hijos de gestantes normales. Esta diabetes suele ser del tipo de la diabetes del adulto o diabetes no insulinodependiente (controlable con dieta o antidiabéticos orales). En el caso de las niñas, en su vida adulta puede también manifestarse como diabetes gestacional.

Tratamiento

La clave fundamental es el control metabólico, pues manteniendo unos niveles normales de glucemia se evitan las posibles complicaciones. El tratamiento se basa en varios puntos:

  • La dieta, parte fundamental del tratamiento, debe ser equilibrada. Es decir, que incluya un 50% de carbohidratos, un 20% de proteínas y un 30% de grasas. Se debe distribuir en seis comidas diarias evitando así grandes variaciones en los niveles de glucosa en sangre. Si existe sobrepeso, la dieta deberá ser baja en calorías.
  • Ejercicio, se exige caminar al menos una hora diaria. El ejercicio físico ayuda a descender los niveles de glucosa en sangre (glucemia). En líneas generales, durante el embarazo y sin llegar a situaciones de fatiga suelen ser recomendables los ejercicios que utilizan fundamentalmente las extremidades superiores (natación).
  • Insulina, cuando con las medidas anteriormente citadas no se consigue un buen control es necesario administrar insulina, el hecho de comenzar un tratamiento con insulina no implica necesariamente que ya tenga que estar usándola para siempre (pues éste es un temor frecuente en casi todas las mujeres). Los antidiabéticos orales están contraindicados en la mujer embarazada.

Por lo general casi todas las mujeres vuelven a la normalidad metabólica tras finalizar el embarazo, aunque las pacientes que han padecido una diabetes gestacional tienen una alta probabilidad de volver a desarrollarla en embarazos posteriores (60%), así como de desarrollar también una diabetes franca en años sucesivos, entre un 30% y un 50% en el plazo de 15 a 20 años.

Para descartar problemas futuros, según los expertos, a las seis semanas del parto o tras finalizar el periodo de lactancia, a la mujer que ha padecido diabetes gestacional se le realizara otra prueba de sobrecarga de glucemia para determinar si continuará o no siendo diabética. Toda mujer que haya sido diabética durante la gestación y que posteriormente ya no lo sea deberá hacerse controles anuales de los niveles de glucosa en sangre. Asimismo, para prevenir la posible aparición de diabetes en el futuro es muy importante el control del peso, por lo que hay que corregir la obesidad mediante la instauración de un régimen de comidas adecuado y la práctica de ejercicio físico.