España ha promovido miles de nacimientos de niños sanos de parejas con patologías tanto de origen genético como cromosómico, desde la aplicación de la técnica del Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP) en 1994.

El DGP puede aplicarse en parejas portadoras de enfermedades genéticas con el fin de evitar la transmisión de la patología a su descendencia y en parejas estériles procedentes de programas de fecundación in vitro (FIV) para mejorar los resultados, si han fracasado en varios intentos previos.

El primero de estos nacimientos tuvo lugar en 1994 cuando una pareja dio a luz a un par de gemelas, a quienes no les fue transmitida la hemofilia. Según el centro sanitario, esta técnica presenta una eficiencia del 95% y 98%.

Entre las patologías monogénicas más frecuentes consta la fibrosis quística, la hemofilia, el Síndrome X Frágil, el Síndrome de Marfan, Corea de Huntington, Tay-Sachs, Distrofia muscular de Becker y Distrofia muscular de Duchenne, entre otras.

Gracias a esta técnica en el futuro podría reducirse el número de embriones a transferir, ya que se transferiría el embrión óptimo reduciendo las tasas de embarazo múltiple sin por ello disminuir las tasas de embarazo.

En el caso de las enfermedades monogénicas (cromosómicas), en un futuro próximo se espera que el DGP pueda aplicarse en casi todas las patologías monogénicas existentes eliminando el riesgo para futuros hijos.

En la actualidad el DGP es una técnica de reproducción asistida ampliamente utilidada y extendida a otras indicaciones como los abortos de repetición, los fallos de implantación o la edad materna avanzada por ejemplo, ya que sabemos que más del 90% de los embriones de mujeres mayores de 42 años tienen alguna anomalía genética.